Muy buenas amigos de
Snowman Carpfishing, nos complace sobremanera poder seguir fieles a nuestra
cita semanal para trasladaros la inmediata información sobre los Snowman que
andan desperdigados por diferentes recovecos de la península, para esta ocasión
os traemos un relato que concierne a dos amigos de Agudo, municipio español de
la provincia de Ciudad Real.
Después de un tiempo
sin poder salir a tentar a los peces sopesaron que la primera escapada la
harían a lo grande, el objetivo sería intentar engañar a algún ejemplar de
considerable envergadura, para ello que mejor que visitar uno de los mejores
paraísos para probar suerte y llevar a cabo tal deseo, nos referimos a nuestro
querido Orellana, cita ineludible para los Snowman durante todo el año,
tentándolo en multitud de ocasiones quedando prendados de su significativa
dificultad y extasiado alborozo al alcanzar el triunfo en alguna salida,
embalse extremeño es el más grande de los situados en el tramo medio del
Río Guadiana,
templo infinito de bolos que te azotan en plena cara y sin titubeo ni compasión
y a la par ese bendito lugar que cada cierto tiempo alberga y ofrece momentos
de auténtico disfrute a los amantes de esta nuestra pasión.
Teniendo claro el lugar
tocaba ponerse el mono de trabajo, después de patear medio embalse en busca de
la zona deseada, nuestros amigos se decantaron por una y comenzaron a cebarla a
conciencia, en unos días regresarían a tentar a los peces y el punto tenía que
estar lo más atractivo posible buscando el reclamo de los peces, después de
cebar durante varios días por fin llegó el ansiado momento de cargar trastos en
el coche y afrontar una nueva sesión de pesca que contaba con grandes
expectativas de nuestros compañeros Ismael y Fran. Una vez llegaron por la
mañana temprano montaron los equipos y recebaron ligeramente, el grueso del
cebadero estaba en el agua días atrás y ahora solo se trataba mantenerlo sin
crear demasiado ruido ni alboroto, una mezcla de semillas bañadas en remojo y
un batiburrillo de tacos y pellets de diferentes tamaños y composición fueron de
los cebos escogidos para realizar el cebado.
Por otro lado también
se prepararon bolas de engodo para dotar el puesto de mayor poder de atracción
al tener por las inmediaciones abundancia de partículas sueltas desprendiendo
gran cantidad de aroma, una vez terminaron de montar los equipos y las cañas
solo restaba finiquitar los montajes para poder lanzarlos al agua, una vez
terminada esta parte todo se reducía a colocar en el bajo una malla de pva,
elemento incuestionable e inamovible a nuestro parecer, ahora sí había llegado
el momento de comenzar a depositar los montajes en el agua con ayuda del barco
cebador y esperar a que sonase la flauta pues el trabajo más minucioso e
importante se había llevado a cabo de la mejor forma posible.
Las horas fueron
pasando y la actividad del pez brillaba por su ausencia, se contaban con los
dedos de una mano los saltos percibidos por la zona aunque no sería reclamo de
entrar en el desánimo, la fe en el trabajo bien hecho con su posterior recogida
de frutos inquebrantable y las espadas por todo lo alto, tocaba seguir
esperando mientras no se perdían de vista a las alarmas buscando que alguna se
arrancase a pitar. El día que estaba con una temperatura estupenda al abrir la
mañana fue tornándose más gélido con el devenir de las horas y así llegamos a
la noche, tocaba abrigarse y cobijarse bajo el amparo de la estufa y el regusto
y confort de un café caliente, con las cañas al borde de la congelación y justo
cuando estaba tomada la decisión de recostarse para coger fuerzas para el día
siguiente de repente una de las alarmas resquebrajo el silencio de la noche y
puso el nudo en la garganta a nuestros amigos, Ismael se lanzó raudo a frenar
la carrera del animal que en pocos segundos había sacado bastante hilo, tras
unos minutos de una bonita lucha y haciendo las delicias del afortunado pescado
lograba llevar hasta la moqueta un precioso ejemplar de carpa común, sano y
batallador que vendió cara su derrota, después de un día nefasto en picadas la
recompensa estaba ante nuestros compañeros, por fin una picada y de muy buen
talante gracias a un boilie de cangrejo con tope de maíz artificial, tocaba
hacerse la pertinente fotografía, agradecer la brega y soltar la pieza para
finalmente lanzar de nuevo la caña en pro de conseguir nuevas picadas.
La noche pasó tranquila
y sin nuevos sobresaltos, a pesar de la ilusión y ganas no se produjeron nuevas
picadas, la mañana abrió bastante fresca y con el paso de las horas y la salida
del sol menguo ligeramente el frio y la sensación térmica era más acogedora, después
de un desayuno potente para asentar el cuerpo llegó el momento de ir preparando
diferentes platos para la hora de la comida, después de degustar varios guisos llegaba el momento de recebar la
zona nuevamente antes de que se fuera el sol y con él la visibilidad, es
notorio que el paso de las semanas ha traído un considerable acortamiento de
las tardes, con ayuda del barco cebador esta tarea resulta mucho más amena,
cómoda y rápida.
Llegados a este punto,
se afrontaba ya la última noche en el lugar con el pensamiento de repetir
picada como en la noche anterior, de nuevo con la marcha del sol las
temperaturas bajaban considerablemente y había que abrigarse a conciencia, nuestros
amigos aguantaron despiertos hasta bien entrada la noche pero al final se
dejaron vencer y no opusieron demasiada resistencia al acomodo entre los brazos
de Morfeo. Estando ya en la tienda recostados la fortuna les volvió a sonreír y
una de las cañas se arrancó bravamente con un estruendoso zumbido que rasgo la
quietud del lugar, el agraciado era Fran que medió dormido, con los pies
desnudos y desprovistos de cualquier tipo de calzado y sin la ayuda de su
linterna de cabeza salió escopeteado de la tienda para frenar la arrancada,
dadas las condiciones y tras sortear milagrosamente algunas pizarras con muy
mala baba al final se barruntaba la tragedia y antes de poder clavar al pez se
alzaron dos sonidos estridentes, por un lado un doloroso golpetazo por parte de
Fran que se dejó medio pie en una pizarra que asomaba cual cuchillo, y por el
otro una carcajada rezumbadora cortesía del amigo Ismael testigo de excepción
de la escena vivida, así que, mientras Fran rezaba en arameo mientras se
aproximaba a la caña el pez seguía prendido del anzuelo y parecía una pieza de
un tamaño importante, tras muchos minutos de dimes y diretes y soltar y recoger
hilo, la pieza se cansó y fue el momento idóneo para acercarla hasta la
sacadera, tras abrir la misma apareció una carpa común descomunal, un
fantástico ejemplar de 16Kg sano y luchador que no pudo resistirse a un
chato’baits de piña-cangrejo que con tanto acierto y razón se bautizó con un
nombre que hace referencia a este embalse donde se muestra como una bola
bastante eficaz, tras la fotografía con el gran ejemplar y como quedaban un par
de horas para el amanecer se guardó la captura para poder fotografiarla también
durante el día, enhorabuena por la estupenda pieza.
Con la alegría aún
metida en el cuerpo por la captura el dolor del pie se llevaba de mejor manera,
restaban pocas horas para concluir la sesión y aún había tiempo suficiente para
que volviese a sonar la flauta, si bien el objetivo con el que se iniciaba la
misma había sido alcanzado sobradamente. Y sin más novedades en el frente
pasaron las horas, se esfumó la tarde y se dio lugar al cierre de la jornada de
pesca, era el momento de recoger todo el equipo mientras se disfrutaba de una
hermosa estampa y partir rumbo a casa, habían sido unas horas increíble en un
embalse complicado pero con un encanto innato donde las victorias saben mucho mejor, después
de disfrutar de buena compañía con sus correspondientes chascarrillos, generosa
comida y bebida, la guinda del pastel habían sido las increíbles capturas
obtenidas, ya están los compañeros deseosos de repetir experiencia tan pronto
como el trabajo lo permita y sin duda esperan tener como mínimo los mismos
resultados, enhorabuena a Ismael y Fran por dejar el pabellón Snowman por todo
lo alto, por haber compartido la sesión con todos nosotros y sin más, desearles
la mejor de las suertes en futuras jornadas a pie de orilla y que podamos
contároslas y vosotros ser partícipes de ellas, también esperamos que Fran se tome
con más calma las carreras por las zonas con presencia de pizarra ya que las carga el
diablo, que mejore de su herida de guerra que sin duda queda en segundo plano
tras la obtención de una buena captura.
Como siempre haciendo el vital e importantísimo ejercicio de concienciación del captura y suelta, reciente en la cabeza el disfrute por la lucha con un pez de tal dimensión es de justica agradecerle la brega y devolverlo a su medio, no sólo por la posibilidad de que otras personas puedan disfrutar de un momento parecido sino para poder repetirlo uno mismo y no se podría llevar a cabo si el animal acaba en cualquier otro sitio que no sea donde le corresponde, donde nos lo encontramos, dicho lo cual, un placer como siempre contar con vuestra incombustible y fiel atención, hasta la próxima amigos de Snowman……….
No hay comentarios:
Publicar un comentario