Muy buenas amigos de
Snowman Carpfishing, estamos de vuelta para mostraros
alguna sesión de pesca de los miembros del club, para esta ocasión nos
trasladamos fuera del territorio español donde nuestros amigos Enrique y su
sobrino Paco disfrutaron de una jornada de pesca en el archiconocido lago de
Iktus, paraje idílico y de gran belleza del que ya pudieron ser testigos un año atrás, un maravilloso
lugar en el que poder tentar a múltiples y variadas especies de muy buen porte y que es sin duda lo que lo convierte en el
principal reclamo del lugar. Una vez más, nuestros compañeros reservaron el
puesto Vip que cuenta con una serie de comodidades que se agradecen enormemente
cuando hay que pasar tantas horas a pie de orilla. Con el calendario marcado en
rojo señalando el día X, el entusiasmo por la cercanía de la jornada de pesca
era palpable los días previos de acometer la aventura, como todo llega cuando
quisieron acordar los meses se habían convertido en días y los días en horas y
así pusieron rumbo al lugar con la ilusión de un niño y la batería de la cámara
en plenitud de facultades con la intención de agotar la capacidad de la tarjeta
de memoria a base de instantáneas con buenos y grandes ejemplares. Tras
preparar a consciencia el cebo a emplear en la sesión y demás parafernalia que
nos acompaña en cada salida, tocaba arrancar motores y tomarse con humor el
grueso de kilómetros que los separaban del lago, como sarna con gusto no pica
tal hecho no suponía problema alguno y así damos el pistoletazo de salida a la
semana en Iktus, cuando nuestros amigos bajaban del coche, tomaban aire y se
deleitaban con las vistas.
La anterior visita al lago estuvo marcada con el mal
tiempo, refrescamos que la semana estuvo repleta de lluvia y más lluvia y la
sensación era que cada minuto que pasaba la cosa iba a peor, tal era el
panorama que de hecho les fue imposible montar los equipos de pesca ante el
literal aluvión de agua que tenían encima, la cosa no solamente quedaba ahí,
por si fuera poco la molestia del agua, el tremendo aire que envolvía el lugar
limitaba mucho la situación como por ejemplo la maniobrabilidad a la hora de
meter líneas con el barco cebador o la barca. Llegados a este punto está más
que claro que no son las condiciones deseadas, y más en casos así donde hay de
por medio un gran esfuerzo propio y económico. Con todo ello cavilando en la
cabeza, se produjo una especie de Déjà vu
cuando después de intercambiar impresiones con los pescadores de la zona
las noticias no eran nada positivas y se tornaban desalentadoras. Ahora no
había lluvia ni mal tiempo pero la
inactividad del pez en los días anteriores marcaba los corrillos de la zona,
los puestos cercanos contaban su sesión con un doloroso nulo en su casillero de
capturas, parecía de un mal fario desmoralizador que se pudiese vivir una nueva
jornada de pesca bajo condiciones desfavorables. Sin tiempo para el lamento,
tocaba amoldarse a lo que estaba aconteciendo y dejarse todo en pro de obtener el
máximo provecho de la situación. Pintaba el panorama que una vez más tocaría
remar a contracorriente, pero un Snowman no se arruga fácilmente y se dará
mejor o peor pero no será por dejar de intentarlo.
Después del momentáneo bajón tras conocer la nula actividad
del pez tocaba bajar todos los trastos del coche y montar equipos con la mayor
celeridad posible para tener cuanto antes las cañas en el agua persiguiendo un
golpe de suerte y que la situación diera algo de tregua y se animase un poco la
cosa. Como cebos de anzuelo cada uno escogió aquellos a los que más cariño
tiene, ocupando un lugar destacado y para no variar los cebos caseros del amigo
Enrique que con tanto celo y mimo ya había preparado días antes, cebos 100 x
100 naturales y que nos consta de buena tinta que sin ser milagrosos ni dar
capturas siempre, tienen un alto índice que acierto. El lugar rezumaba calma
por los cuatro costados, ni la más mínima noticia de peces, la sonda de la
barca y del barco cebador marcaban un gris desolador, como no había ni un
rastro de vida debajo del agua se cebó muy ligeramente a pesar de contar con
gran acopio de semilla preparada, pero tal inactividad no recomendaba pasarse
con el cebado y empeorar más si cabe la situación. Como una exhalación se
difumino el primer día en el lago sin haber podido mojar la moqueta y con
sentimientos contradictorios, al menos se podía disfrutar de sabrosos guisos de
la buena mano culinaria de Enrique y como aún quedaban muchas horas en el
charco quedaba la esperanza de que sonase la flauta.
Amanecía un nuevo día y se esperaba que con ello algo
cambiase, por desgracia el devenir de las horas no apoyaba tal deseo. A pesar
de seguir sondeando a consciencia el puesto, de mudar posturas, de probar
montajes y cebos nuevos y de pensar y repensar, pasó el segundo día de pesca y
lo único reseñable fue un ligerísimo toque en una caña de Enrique que apenas
saco hilo del carrete y dio para un susurro de la alarma, demasiado poco para
el tiempo que llevaban las cañas en el agua y las expectativas creadas antes de
llegar la lago, aún restaban muchos días pero la diosa fortuna no estaba del
lado de nuestros compañeros. Si resultaba malo y tornaba en impotencia total
llevar dos días sin rascar bola, no se imaginaban nuestros amigos que sumarían
dos días más con la misma tónica, otras cuarenta y ocho horas sin ver un mísero
salto en el agua o a algún compañero esquivando el bolo, tan solo podemos
mencionar una picada a las tres de la madrugada que no llegó a buen puerto pues
la captura logró zafarse al irse el nudo de la línea madre y perder el montaje,
si ya de por sí la situación era complicada encima se sumaban estos golpes de
mala suerte, definitivamente la cosa pintaba bastos y se encendían todas las
alarmas.
Llegaba el quinto día en el charco y ni por asomo lo
imaginado semanas atrás en plena preparación de la jornada de pesca podía
dilucidar un panorama tan pobre, la situación se mantenía prácticamente
inalterable en el resto de puestos, de hecho algunos pescadores entraron en el
desánimo y la desgana y como consecuencia comenzaron a recoger los equipos para
emprender antes de lo previsto el viaje de vuelta a casa o bien para mudarse al
lago pequeño, el lago de los esturiones, lo que era una clara evidencia que la
situación no era ni la idónea ni la deseable por todos. Jeremy consciente de la
situación y muy pendiente y atento visitaba con asiduidad a nuestros amigos y
en varias ocasiones les invitó a mudarse al lago pequeño donde había varios
puestos libres, a pesar de tener la moral por los suelos fruto de la
inactividad en el lago principal, nuestros compañeros declinaron la invitación,
habían venido a intentar pescar en el lago grande y se mantendrían en sus
treces por muy pobre bagaje que se llevase. En ese momento se quedarían solos en
el lago y sería así hasta su último día de reserva pues una última pareja que
aún resistía el duro azote de la incomparecencia de los vertebrados acuáticos, estaba
terminando de recoger para irse al arrojar la toalla finalmente, el resto ya se
había ido un día antes. Con tremendo panorama pasaron las horas y el sol se
escondió dando paso al oscuro manto de la noche, se había cambiado de cebo y
alguna que otra modificación sin demasiadas esperanzas en tener éxito.
La noche pasó entre ligeros toques en una de las cañas de
Paco cuando de repente se produjo lo que tanto se estaba añorando y que parecía
inviable en esta sesión, a eso de las ocho y cuarto de la mañana una de las
alarmas avisaba de la presencia de una picada mediante tres toques consecutivos,
Paco recostado aún en la bedchair brincó cual saltamontes para aproximarse a su
trípode, en ese instante tuvo lugar un nuevo toque y procedió a clavar la
picada buscando inaugurar el marcador y apuntarse la primera captura de la
sesión. El pez se mostró algo timorato al comienzo de la lucha y la cosa
apuntaba a una pieza de pequeño porte, nada más lejos de la realidad y quedo
refrendado segundos más tardes cuando Enrique tuvo que incorporarse de la cama
apresuradamente ante la voz de alerta de su sobrino que le transmitía que tras
la línea venía una pieza de envergadura. Se montaron en la barca para cobrarse
la pieza y dio comienzo una increíble lucha y frenéticas huidas que se prolongó
en el tiempo nada más y nada menos que una hora y veinte minutos, el animal mostraba
una bravía digna de mención y se llevaba la barca, fueron volando los minutos y
parecía no inmutarse, ¡que energía!, tuvieron que pasar algo más de cuarenta y
cinco minutos para lograr ver la pieza, a unos tres metros de profundidad
emergió del agua el contorno de un gran esturión que aceleró notable el
palpitar de nuestros amigos, tocaba mantener la calma y serenidad para llevar
la captura a buen puerto y no perderla por alguna maniobra brusca. Un gran
tesón y batalla hizo vivir unos instantes expectantes con la enorme
satisfacción de obtener la recompensa de hacerse con tan fabulosa captura. La emoción y alegría se palpaba en el ambiente y no era
para menos, después de días duros y casi haber perdido la fe la caprichosa
fortuna planteó un giro radical a la situación y ofreció a nuestros amigos la
posibilidad de salabrar a un magnifico ejemplar. Como no entraba en la sacadera
y no se pudo subir a la barca tocó llevarlo hasta la orilla como buenamente se
pudo y después de que el animal estuviera más relajado fruto de haberse vaciado
en tan apasionante contienda. El animal con metro en mano dio ciento ochenta y
ocho centímetros de puro músculo y potencia, ¡era una mala bestia!, no pudo ser
pesado y Jeremy que enseguida se personó en el puesto vaticinó unos sesenta
kilogramos de peso, la verdad es que era lo de menos, la pieza era increíble y
por cómo se estaba desarrollando la sesión ni con los pensamientos más
positivos se podía uno imaginar algo así, un boilie casero de pescado y la
buena mano de nuestros amigos dieron con unas fotografías de ensueño, ¡enhorabuena
chicos!.
Con la dosis de moral que suponía tener entre las manos a
semejante captura, insufló energía extra en nuestros compañeros para darlo
todos las horas que le restaban para dar por concluida la sesión. Con la
moqueta aún empapada y la sonrisa de oreja a oreja cual Jocker recibían otra
buena notica, una de las alarmas de Enrique comenzó a sonar, lo hizo mediante
tímidos golpes en el tensor, nuestro amigo procedió a clavar la picada y dudaba
entre si traía solamente el plomo o una tortuga, la pieza se cobró rápidamente por
la mínima oposición que ofreció, finalmente se trataba de un pequeño ejemplar
que llegó en perfecto estado hasta la moqueta, una preciosa brema de tres kilos
y medio engañada con otra bola casera. Fotografiada y devuelta al agua tocaba reponer
el cebo de anzuelo pues en el montaje no vino ni el tope y de nuevo al agua
para perder el menor tiempo posible. Se lanzó al agua el montaje acompañado de
una malla de pva y se esparcieron por la zona unas bolas de engodo desde la
barca pues el barco cebador sufrió un problema
técnico como guinda a esta fastidiosa semana que se enderezaba en la recta
final. La actividad de este penúltimo día no tenía nada que ver con los días
pasados, en poco tiempo se contaba con dos capturas fuera del agua y varias más
que se produjeron a lo largo del día pero que se fueron al limbo por diferentes
motivos, pero que ya suponía algo más que los primeros días.
En uno de los momentos
donde se intentaba uno entretener de la mejor forma posible Paco probo suerte
con unos lances en busca de algún lucio de buen tamaño, tras un buen rato sin
noticias de los peces y cuando estaba a punto de recoger la caña y reponer
fuerzas bebiéndose una fresquita, en unos de los últimos lances la monera salió
cara y se pudo fotografías con uno de estos ejemplares, uno más para el casillero
de capturas. El día transcurrió muy tranquilo y sin noticias nuevas aunque la
esperanza siempre estaría viva mientras quedase alguna caña en el agua. Para
celebrar haber enderezado algo el rumbo de un navío que apuntaba a la deriva
total, nuestros amigos se marcaron un homenaje y se deleitaron con una sabrosa
mariscada que se metieron entre pecho y espalda, ¡esto es penar y no lo de los que
están en la vendimia!. Aunque para ser sinceros un Snowman se lleva más
disgustos en el terreno acuático que en el culinario.
Con todo ello y con las
espadas en todo lo alto llegábamos a las últimas veinte cuatro horas en el
lago, el día amanecía con ciertos saltos en el agua y la sonda marcaba peces
cuando se cambiaron las cañas a primera hora, después de disfrutar de un café y
una amena charla a eso de las once y media de la mañana se produciría la que a
postre se convertiría en la última captura de la sesión que pudo cobrarse, a lo
largo de la noche y amanecer del día siguiente en pleno proceso de recogida
hubo algún que otro tímido toque pero ninguno se arrancó en condiciones. Era pues el momento de pelear con un nuevo ejemplar del
lago, Enrique era el afortunado pescador que tenía ante sí la oportunidad de
aumentar el número de capturas, la forma de sacar hilo del carrete apuntaba a
que tras la línea venía prendido del anzuelo una pieza de buen tamaño y no
podía uno permitirse el perderla, con paciencia y buena mano el animal fue
cediendo terreno y aproximándose a las inmediaciones, tras unos minutos de una
hermosa lucha se produjo un enganchón de la línea, nuestros amigos decidieron
coger la barca e intentar desenganchar el hilo. Al aproximarse a ella a unos
escasos dos metros de profundidad parecía que el animal se había atrancado con
una piedra y se trataba de un esturión por la silueta que se dibujaba en el
agua, tras varios intentos de Paco manejando la barca y Enrique maniobrando con
la caña, finalmente hubo suerte y se pudo llevar hasta la orilla un precioso y
esbelto ejemplar de esturión de casi veintiún kilogramos de peso tras soltarse
el hilo de la piedra que conllevó gran alegría y satisfacción a Enrique. El
animal había sucumbido a otra bola casera acompañada de un flotante, en esta
ocasión habían sido las ganadoras de la sesión pues las comerciales que se
utilizaron en la jornada no tuvieron fortuna. Con el lógico y entendible
subidón del momento las penurias se llevan mejor y uno afronta la noche con
mejor cara y ánimo, nuestros compañeros durmieron prácticamente del tirón, pocas
picadas y todas fallidas, son cosas que pasan y no siempre puede darse todo de
color de rosa.
Por todo ello y asumiendo que habían peleado al máximo sin
dejar ni un solo instante de intentarlo, emprendieron el viaje de vuelta a casa
con cierta satisfacción y sabedores que hay jornadas buenas y malas y cuando no
está la cosa por la labor no hay forma de hacer nada, solo queda el deseo y la
ilusión de volver a intentarlo en la próxima incursión al charco y desquitarse
tras una mala sesión de pesca. Acaba aquí una semana con menos peces de los
deseados pero donde habían logrado salvar un Match-Ball frente a una situación
que pintaba con otro desenlace muy diferente pues la losa era de categoría, así
que era el momento de valorar la parte positiva y tener el zurrón plagado de chascarrillos
que no dejan de ser la salsa que ameniza noches en la orilla junto a los
amigos. Por lo demás tan pronto como pueda nuestros compañero Enrique buscará
resarcirse en una tercera visita al lago donde imaginamos que rezará muy mucho
para pedir clemencia e indulgencia y gritar aquello de ¡a la tercera va la
vencida!. Mientras ese momento llega aprovecho para agradecerles el material
fotográfico y las pertinentes explicaciones para facilitar el poder situarnos
en lo vivido lo más fielmente posible y que como siempre hemos intentado trasmitiros
de la mejor forma posible, muchas gracias a Enrique y Paco y enhorabuena por
ese fenomenal esturión y por no haberlo dejado de intentar, hasta la próxima
amigos de Snowman……….
Vídeo-resumen de la semana en Iktus.
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