Y una nueva sesión más que se marca el amigo Chato, está el
maestro que no para en los últimos tiempos, entre hornada y hornada de boilies
y con la excusa de probarlos en los máximos lugares posibles para ver in situ
como trabajan y mejorar los aspectos que considere oportunos ha encontrado un
filón para enlazar escapada tras escapada, por cierto, deciros que me pide que
os traslade un mensaje de agradecimiento para los que estáis confiando en sus
bolas caseras y os habéis animado a probarlas, es algo que le llena de orgullo
e infunde una mayúscula satisfacción, sin ningún género de duda le alienta a
seguir trabajando, mejorando y ofreciéndoos un producto de enorme calidad.
Esta vez decidió pegarse una jornada de pesca con su hermano,
al que poco a poco engatusa con el gusanillo de la pesca y convence para
compartir con él momentos a pie de orilla, siendo sus salidas conjuntas cada
vez más numerosas lo que agrada terriblemente a nuestro amigo, siempre es un
gustazo compartir una afición que tanto te llena con tus seres queridos, y que
mejor que con la familia, a continuación os relatamos lo vivido en su salida. Aún de noche la alarma del reloj puso de manifiesto el
madrugón programado por nuestros compañeros, después de preparar todo y cagar
los equipos en el coche partieron hacía el lugar elegido para pasar el día, una
vez habían llegado a la zona deseada comenzaron a sacar trastos y se
dispusieron a montar el campamento base.
En cuanto al cebo de anzuelo, como ya hemos adelantado
anteriormente, el Chato quería seguir probando sus creaciones bolicheras para
seguir sacando conclusiones, una vez estaban preparadas las cañas y la zona
cebada solo quedaba rematar los bajos que tranquilamente fueron montando mientras
disfrutaban del paisaje y algunos saltos de los peces por las cercanías para
finalizar lanzando las cañas al agua.
Antes de tirar las cañas, había que colocar un último
elemento primordial para nosotros, nuestras mallas de pva, ésta vez se trataban
de bolsas de pva donde ya colocaron los montajes en su interior previo agujereo
con un punzón de la misma, buscando extraer el aire que tuviera dentro para
evitar que la bolsa flotase y ayudarla a hundirla con la mayor celeridad
posible, es una forma extraordinaria de presentar nuestros engaños, a parte,
por la zona se había esparcido cierta cantidad de semillas, micropellets y
algunos boilies lanzados con un cobra.
Fueron pasando los minutos y la primera picada no se
producía, había cierta actividad del pez y algún salto esporádico pero las
agujas del reloj seguían su avance implacable y sin novedades en el frente,
después de sacar algunas cañas y comprobar que los cebos y montajes estaban en
perfectas condiciones, de reubicarlas en diferentes puntos y recebar algo el
lugar, tocaba seguir esperando para poder tocar escama, fue justo cuando menos
lo esperaban cuando el tiberio de una de las alarmas les hizo brincar de sus
sillas cual resortes, la ansiada y buscada primera captura del día podía estar
a punto de producirse, Julio fue el responsable de llevar a buen puerto la
tarea encomendada, en un principio el animal no parecía de gran envergadura,
pero dándoles el lugar que se merecen, tiran los peces como auténticos
campeones y la más pequeña del lugar te hace sudar la gota gorda hasta que la
ves entrar en la sacadera, tras una interesante lucha el amigo se hizo con los
mandos y fue cansando al ejemplar que tras unos instantes de brega y máximo
esfuerzo se entregó y acabó introduciéndose en la sacadera que portaba el
Chato, ya tenían la primera carpa de la sesión, un pez tenaz, bonito y sano, un
poco de antiséptico, una fotografía para el recuerdo y de nuevo al agua,
nuestros amigos felices por apartar de un manotazo el posible Bolo, Julio por
su captura, y el Chato por ver como una de sus bolas caseras continuaba
prolongando su racha de éxito en el lugar, La Sierra Ball, una bola de banana
espectacular, daba la cara una vez más.
Llegaba el momento después de resistir un bochorno
considerable, pues hacia un buen rato que había abierto la mañana y era cuando
el sol pegaba con más fuerza y brío, de hacer una parada y reponer fuerzas
tomando un bocado y refrescando el organismo, mientras, se podía contemplar el
paisaje tan florido y embelesador a la par que se comentaban los pormenores de
la jornada y las formas de afrontar las horas que restaban para concluirla, la
actividad del pez se vio disminuida drásticamente, pero nuestros amigos
esperaban que durante la tarde tuvieran la posibilidad de fotografiarse al
menos con un nuevo ejemplar.
Volvieron a pasar unas cuantas horas y los peces no estaban
por la labor de picar y hacer disfrutar a nuestros compañeros, pero como ese
dicho de hasta el rabo todo es toro, o aquel otro que dice aquello de hasta que
hay vida hay esperanza, cuando faltaba poco tiempo para recoger pues tenían que
volver antes a casa y no podían prolongar la jornada tanto como en otras
ocasiones, fue el amigo Chato al que se le presentó una ocasión de oro para
estrenarse y llevar la igualada al tanteador, una de sus cañas se arrancó
repentinamente, algo había sido tentado a una ristra de maíz que había
preparado poco antes remojada en un dip del mismo sabor, tras la primera toma
de contacto parecía que no se trataba de una mala pieza, sacaba bastante hilo
del carrete y costaba recuperarlo, con paciencia y buen hacer el Chato fue
ganándole terreno a nuestra amiga agotándola paulatinamente, finalmente no pudo
dar más guerra y se venció a pocos metros de la orilla sin oponer resistencia
al entrar dentro de la sacadera, se trataba de una carpa de buen peso y una brava
lucha que hizo las delicias de nuestro amigo a la vez que logró equilibrar la
contienda, así dieron por concluida esta sesión de pesca donde disfrutaron
gratamente de la compañía y de lo acontecido en la misma, seguro que no
tardaran mucho tiempo en repetir experiencia, sin más, me despido
felicitándolos por la jornada y las capturas, seguiremos cubriendo los puntos
calientes a pie de orilla donde los Snowman intentan pescar algo y os
mantendremos informados, hasta la próxima……….
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