¿Os ayudarán 4 fotos y 3500 palabras?... Espero que por lo menos os den ideas y ganas de ponerlas en práctica.
Se instaura el verano plenamente y los días
de pesca ya no son tan agradables como hace tan solo unas semanas, por eso, he
querido recuperar un artículo sobre la pesca de la carpa en esta época, del que
en su día, se extrajo una parte que fue publicada en la revista Carpamania como
consecuencia de la llegada de las altas temperaturas. Ahora creo que es buen
momento para publicar la versión completa en el blog de Snowman Carpfishing con
el objetivo de ayudar a aquellos carpistas que ven en esta época el periodo más
duro para el carp fishing, sin olvidar de todos esos que, independientemente de
las condiciones ambientales, no pueden
dejar de practicar esta afición.
Examinando la
cuestión.
Tenemos el concepto generalizado que la
práctica del carp fishing requiere de la realización de largas sesiones en las
que permanecemos innumerables horas junto a la orilla esperando que los peces
sean benévolos e incautamente se dejen engañar por nuestra estrategia
desplegada para conseguirlo, pero… ¿Es totalmente necesario estar tantas horas
esperando que los peces quieran tomar nuestro engaño?.
En primer lugar, si analizamos con meticuloso
rigor las sesiones de larga duración en la orilla de un lago, embalse o río, puede
que concluyamos; que estas las realizamos más por placer que por imperiosa
necesidad en la conclusión de resultados y, aunque habría que matizarlo mucho, la
afirmación anterior contiene una parte burlesca con un gran punto de realidad,
o quizás me equivoque y solo contenga la parte de la broma o, ¿solo la de
realidad?. En cualquier caso, de lo que sí estoy totalmente seguro es, que sea
como fuere, disfrutamos todo el tiempo que pasamos en la orilla, sea para
recreación personal, para devanarnos los sesos en busca de los por qué, o sea
compensando las dos posibilidades anteriores y simplemente gozar pescando… no
sé realmente por qué, y aunque el tema vaya al hilo, se me hace un batiburrillo
en la cabeza que me desvía del principal asunto que quiero tratar, así que al
lío.
Una sesión de larga duración, entendiendo por
ello sesiones superiores a tres días de pesca continuada, -es al pescador como
el tiempo al vino-, pues todo el tiempo que pasemos junto a la ribera de un
río, lago o embalse nos hará mejorar si prestamos atención y nos interesamos
por lo que sucede a nuestro alrededor, cavilando sobre las circunstancias que
se van aconteciendo a lo largo de la sesión. Cuando somos activos mentalmente durante
los largos periodos de pesca, se nos plantean tantas preguntas como situaciones,
circunstancias o cambios se van produciendo con el paso de las horas y, por lo
general suelen ser muchas las variaciones que nos acontecen. Por cada pregunta
a las eventualidades que sobrevienen es probable que nos auto propongamos más
de una teoría como posible respuesta, en ocasiones tantas posibilidades que se
convierte en un juego de azar decantarnos por un de ellas, siempre con la
esperanza de haber elegido la más acertada. Pero esto no es algo exclusivo,
esto es algo que sucede en cualquier sesión, independientemente de la duración
de la misma, porque si hay algo que embellece y engrandece este deporte es
precisamente eso, la enorme cantidad de factores y variables que intervienen en
cada sesión y que pueden influir de forma positiva o negativamente en el
resultado final de la misma.
Debido al colosal número de variantes que nos
podemos encontrar durante una jornada de pesca, el tiempo dedicado a una sesión
juega un importante papel que puede inclina la balanza del éxito hacia nuestro
lado, ya que disponer de ese tiempo nos permitirá realizar cambios en nuestras
técnicas y estrategias a demanda de la evolución de la sesión, intentando que
los beneficios del factor tiempo caigan de nuestro lado. Pero hay que tener
presente que los resultados nunca están asegurados por mucho tiempo y cambios
que realicemos durante nuestra pesca, siendo este otro de los motivos por los
que a tantos nos tiene seducidos este deporte.
Por los motivos antes descrito, podemos
concluir que las sesiones de larga duración son la forma más idónea de llegar a
conseguir resultados, pero no siempre se dispone de tiempo suficiente,
existiendo diferentes circunstancias que pueden condicionar nuestro tiempo de
permanencia en acción de pesca, lo cual limita y merma considerablemente
nuestras posibilidades de reacción ante una situación adversa en la que no conseguimos
los objetivos fijados, siendo una de las principales causas la falta de tiempo
libre, una limitación a la que todos estamos sujetos por diversos motivos.
Aprovechando el
tiempo.
Porque no solo la falta de tiempo libre para
dedicarlo a la pesca es el causa que puede limitar nuestras sesiones,
hablaremos de otra circunstancia que está muy ligada a la época del año en la
que nos encontramos; las altas temperaturas. La climatología que encontramos en
este periodo hacen muy duro permanecer durante días junto a la orilla tratando
de encontrar la estrategia, la técnica y el momento para engañar a las ahora perezosas
carpas. De aquí, realizando un ejercicio de observación y reflexión durante una
de estas sofocadoras sesiones llegué a la conclusión que, especialmente en este
periodo en el que la temperatura ambiental y del agua es muy alta, la actividad
de los peces disminuía drásticamente y se centraba, aún más acentuadamente que
en otras épocas, en algunos momentos puntales del día, convirtiendo las
sesiones de pesca en menos agradables, provechosas ni rentables como deberían o
nos gustarían. Así que puse en práctica uno de los puntos fundamentales del
carp fishing antes de realizar una sesión como es; la observación. Todos sabemos que la localización de los peces es
una acción primordial a la hora de elegir un puesto de pesca en el que
practicar nuestra pasión con ciertas garantías de éxito, pero… ¿y si no solo
localizamos los peces?.
La respuesta más lógica a la pregunta
anterior sería otra pregunta, -¿y qué más busco?-. Al menos esta pregunta me
hice yo, y de ahí surgió la idea de no limitarme a buscar la actividad de los
peces, sino, que una vez localizados estos, anotaría la hora en la que había
observado la actividad. Con esta idea mi intención era determinar en qué
momento o momentos del día los peces se mostraban más activos en una zona
determinada, y por ende, aumentar así la posibilidad de conseguir alguna
captura sin necesidad de soportar inútilmente el sofocante calor que sufrimos
en esta época del año.
Con la idea bien clara y definida prospecté
un pequeño escenario para poner en práctica lo que de momento, era solo una
tesis, aunque desde mi punto de vista parecía una buena idea que había que
poner en práctica y probar los resultados que ofrecía, y con este planteamiento
me lancé a la faena
Buscando
actividad.
Decidido a dedicar todo el día a la tarea que
me había propuesto, me colgué la mochila y comencé a caminar por diferentes
partes del escenario de pesca que había elegido en busca de cualquier signo de
actividad que delatara la presencia de peces. Al tratarse de un lugar de
reducidas dimensiones, no tardé mucho en identificar varias zonas propicias a
las que los peces pudieran acudir a alimentarse. Durante estos paseos el sol
brillaba cada vez más alto y la temperatura ambiental pasaba de ser bochornosa a
asfixiante, por lo que era imperiosa la necesidad de buscar resguardo, y así me
aposté al amparo de una la sombra para observar durante largo tiempo las zonas
que, a priori y desde mi intuición, podrían ser más factibles para encontrar algún signo revelara
que en ese lugar se estaba alimentando algún pez.
Ni siquiera estar en una zona de sombra apaciguaba
el sofocante calor que estaba haciendo, y sin decaer por ello, continué en
busca de alguna señal de los peces y la insistencia dio sus frutos al localizar
actividad en algunas de las zonas que había pronosticado, sobre todo en dos
puntos concretos la evidencia de que los peces se estaban alimentando era incuestionable.
Mi planteamiento de localizar los peces y el momento en que estos se
encontraban activos obtenía un claro ejemplo que apoyaba la idea, pues los
peces aparecían, se alimentaban, y tan rápido e inesperadamente como lo hacían,
desaparecían de escena volviendo al lugar la quietud que predominaba en el
entorno. Pude registrar en una nota dos lugares y las horas en las que había divisado
actividad en cada uno de ellos, así que me di por satisfecho y dejé atrás el
caluroso escenario para al día siguiente poner en práctica la teoría..
El día de la
prueba.
Había llegado el momento de poner en práctica
la nueva estrategia y debo reconocer que no las tenía todas conmigo, pues
albergaba algunas dudas por el hecho de pescar durante un espacio de tiempo tan
reducido en unas condiciones tan desfavorables, en las cuales acostumbramos a
el spot más adecuado y pescarlo durante el mayor tiempo posible, para así estar
en disposición en el momento que los peces aparezcan para alimentarse.
Llegué a la zona a media mañana, con hora y
media de anticipación sobre la hora anotada el día anterior como el momento de
actividad, y con el sol ya a máxima potencia sobre mi cabeza, desplegué el
material para comprobar si la estrategia sería acertada o no. Reconozco que el
fuerte calor y la inacción del lugar me hacían dudar sobre lo que estaba a
punto de perpetrar, pero teóricamente tenía bastante sentido, así que, con
diligencia preparé todo. Tocaba pescar la primera zona, en la que dispuse dos
cañas ubicadas a unos tres metros una de otra entre ramas semi sumergidas bajo
la zona sombría de un eucalipto que se enraizaba y erguía robustamente junto a
la orilla, un lugar que daba toda la impresión de ser una zona habitual de
alimentación, por lo que no debía alterar demasiado el área con cebo que
normalmente no se encuentra allí, así que, decidí acompañar el montaje con una
pequeña malla de PVA rellena de un triturado de chufa, utilizando un line
aligner para presentar una chufa natural coronada por un artificial flotante
que dejaba el conjunto suspendido, rozando ligeramente el fondo. En el otro
montaje exhibí únicamente artificial de plástico en un montaje whitty pool que
se elevaba del fondo unos tres centímetros. Estas presentaciones pueden
contraponerse con la pretensión de no alterar demasiado el área de alimentación
natural pero, todo tiene un propósito cuyo por qué quedará patente más
adelante.
Las artes estaban preparadas y las
presentaciones ubicadas en los lugares que creía más apropiados, solo faltaba
esperar. Iba transcurriendo el tiempo y se aproximaba la hora en la que el día
anterior había visto a los peces pulular por la zona, aunque de momento solo
había divisado por las inmediaciones al animal que menos quería ver por allí,
una tortuga. No era el galápago leproso el visitante que deseaba por la zona,
pero es lo que tienen nuestros ríos y embalses en épocas de tan altas
temperaturas, y la incertidumbre por la presencia del quelonio se apoderaba de
mí. La hora fijada ya había pasado, y aunque algo impaciente, no podía pretender
que los peces hicieran gala de una puntualidad inglesa, y cuando menos lo
esperaba, aparecieron las primeras burbujas cercanas a los montajes que rompían
la monótona placidez de la superficie del agua, pero dudaba si se trataría de
un pez o de la tortuga que vi merodeando por la zona, aún así, el nerviosismo
por ver las pompas de aire sobre el agua iba creciendo cuando de repente, se
produce una fuerte picada. Sabía que tenía que ser rápido en la recuperación de
la presa con el fin de alejarla lo antes posible de la zona de ramajes sumergidos
donde se encontraba, y un vigoroso tirón de la caña fue suficiente para que el
pez se dirigiera hacia una zona más abierta en la que pude darle más tregua y
pelearlo con mayor tranquilidad. En poco tiempo tenía una bonita carpa
reposando sobre la moqueta y la satisfacción de haber acertado con el spot y la
estrategia de pescarlo en un determinado momento, pues la diferencia entre la
hora anotada el día anterior y la hora en la que se produjo la picada solo era de
unos 15min, por lo que la prueba había sido superada, al menos en esta zona.
Tras inmortalizar el momento ya era hora de recoger y dirigirme a la segunda
zona seleccionada el día anterior.
El paseo hasta el segundo punto lo hice henchido
y animoso por el éxito obtenido anteriormente, y tras un momento de descanso a
la sombra para recuperarme del sofocante calor, me dispuse a preparar de nuevo
las artes. Esta era una zona más limpia y abierta que la anterior, flanqueada
en la orilla cercana por densas junqueras que daban una sensación de frescura
que de ningún modo se correspondía con la condición ambiental del momento, aunque
sí mucho más agradable para mí, pues a diferencia que la anterior zona, esta zona
tenía abundantes árboles cuya sombra me protegía y aliviaba en cierta medida,
del incesante azote del sol.
Utilicé la misma técnica en la presentación
de los cebos, y una vez en sus emplazamientos, solo faltaba esperar y que la
fortuna me sonriera como hacía tan solo unas horas. Esta vez la espera se hacía
más liviana, y no solo porque ahora me encontraba a la sombra de los árboles
que protegían la orilla, sino, porque el hecho de haber logrado el objetivo en
el lance anterior, ya era una estimulante recompensa, aunque había que
reconfirmar el acierto de la estrategia de pescar a determinadas horas del día,
e hidratándome bajo la amable sombra de los árbol que me circundaban esperaba a
que transcurriera el tiempo y se aproximara el momento en el que presumiblemente
harían acto de presencia los peces.
Para amenizar el tiempo de espera, decidí
preparar algún bajo por si necesitaba cambiar de técnica para solventar la
situación, pero mientras finalizaba la confección de un bajo para pescar en
superficie, y aún faltando unos veinte minutos para que las agujas del reloj
alcanzaran la hora prevista de la actividad observada en la jornada anterior,
se produjo un leve toque en la caña que estaba ubicada cerca del grupo de
junqueras que se encontraban junto a la orilla. El péndulo cayó lentamente y la
línea se mantuvo lasa sobre el agua durante un tiempo, hasta que esta comenzó a
estirarse despacio pero sin detención hasta alcanzar la tensión suficiente que
hizo elevarse pausadamente el péndulo. Tenía la caña asida con fuerza antes que
la bobina diera la primera vuelta que indicara que el pez estaba clavado, y aunque
generalmente esperaría a que esto sucediera, en esta ocasión estaba totalmente
seguro que el pez se encontraba bien prendido al otro lado de la línea, algo
que se confirmó con la primera tensión que apliqué al sedal. La carpa se
defendía ferozmente intentando llegar hasta la protección de las cercanas
junqueras, pero yo sabía que aunque eso sucediera, no me supondría ningún
problema apartarla de ahí para finalmente hacerme con ella. Con serenidad fui
acercando la carpa hacia mí, cansada asomó la cabeza tomando una bocanada de
aire que indicaba que su capitulación era inminente. Totalmente agotada y
rendida reposaba la carpa dentro de la sacadera, se trataba de una carpa común
de sana y fuerte figura que de nuevo, y esta vez en una zona diferente,
corroboraba la eficiencia de la estrategia de localizar el lugar y el momento
en el que los peces se alimentaban en una determinada zona.
Siempre me emociono con la picada y captura de
cualquier pez pero, con este lo hice aún más, este pez se había convertido en la prueba que confirmaba una teoría, una idea que me había asaltado durante una sesión de calor extremo, durante una jornada con un ambiente tan ardiente que, no era ninguna locura pensar que los pensamientos e ideas que me surgían en ese momento pudieran ser delirios por un golpe de calor. Sin duda estoy exagerando un poco, pero solo un poco, porque es algo que puede suceder debido a las altas temperaturas estivales.
Aclarando algunas
cuestiones anteriores.
¿Por qué cebos
artificiales?.
Un punto muy importante en la pesca veraniega
a la hora de conseguir resultados es, la elección acertada de la presentación y
del cebo a utilizar, elementos fundamental para extraer el máximo provecho a
esos momentos que yo he definido como; “HORA FELIZ”. Tener muy claro el cebo
que vamos a usar en nuestra presentación es de suma importancia, pues las
especiales condiciones que encontramos en los escenarios de pesca en esta época
nos obligan a utilizar técnicas extraordinarias. Extraordinarias al menos para
los que somos fervientes defensores de la pesca con boilies o semillas ante
otras posibilidades.
Aunque siempre contamos con la ayuda de la
chufa como la solución de cebo natural en esta época del año, no siempre es la
apuesta más acertada, debido a que su eficacia estará condicionada a la
población de galápagos, cangrejos y la cantidad de alimento que estos puedan
encontrar en el escenario, porque estos voraces oportunistas en situaciones de
superpoblación o escasez de alimento, también darán buena cuenta de este dulce tubérculo.
Por eso es más conveniente asegurarnos, aunque puede que tampoco sea la
solución definitiva, usando cebos artificiales en el montaje que nos proporcionarán
mayores garantías sobre su permanencia y óptimas condiciones en la presentación
para cuando llegue el momento en que los peces vayan en busca de alimento, pues
en esta época del año, y sobre todo en determinados lugares, los cangrejos y
tortugas pueden hacer desaparecer los cebos naturales en cuestión de minutos, y
nosotros, al recuperar la caña tras no obtener resultados, terminar maldiciendo
a estos animalitos al ver nuestro montaje desprovisto de cebo. Así, la única
forma con la que casi asegurarnos, que no en todos los escenarios las tendremos
todas con nosotros, es utilizar los llamados cebos de imitación; maíces,
chufas, pellets, asticot, etc. imitaciones en plástico de cebos naturales que
tanto están proliferando en el mercado, y que día tras día ganan más partidarios
de su utilización debido a los buen resultado que ofrece su uso en escenarios
donde, debido a la gran población de cangrejo y tortuga, es imposible pescar
con cebos naturales.
¿Por qué la
presentación equilibrada y flotante?.
Dejando claro que estas presentaciones no son
las únicas posibilidades a usar, aclaro el motivo por los cuales me decanto por
ellas. Por un lado mis conjeturas sobre el comportamiento de los peces me hace
pensar que en estas condiciones su conducta es un tanto errática, además que
posiblemente desconfíen de cualquier cosa que se salga de lo común en la zona
que habitualmente frecuenta para alimentarse, pero algo anormal que se eleva
del fondo sobre otros posibles alimentos de la zona, llamará la innata
curiosidad del pez sobre nuestro engaño, y una vez conseguido esto, es cuando
entra en acción las características del montaje. El comportamiento de este tipo
de montajes es la clave para conseguir que el pez, aunque no tome el engaño con
decisión, este quede clavado. Debido al liviano peso del cebo, el anzuelo se
introducirá en la boca del pez con cualquier leve succión de comprobación que
este efectúe sobre él, clavándose este en su labio en el momento que el pez
intente rechazar el engaño.
Bueno, estas son las teorías por las cuales
me he decantado por el uso de estas presentaciones, y aunque posiblemente otras
también funcionen, estas ya me han resultado muy efectivas.
Concluyendo.
Casi se podría definir esta práctica como una
nueva estrategia dentro de nuestra pesca, pues se trata de; “localizar los peces en el tiempo y el
espacio, no solo en el espacio como es lo habitual antes de nuestras sesiones”.
Esta práctica de observación nos permite
tener localizadas las zonas donde los peces se muestran más activos y además,
los momentos en que los peces, tan indolentes como se muestran con las altas
temperaturas, inician ese pequeño periodo de tiempo en el que su instinto les
obliga a alimentarse.
Si tuviera que destacar algo para extraer de
este texto, sería lo significativo del uso del cebo y la técnica adecuada, pues
esto será pieza fundamental del éxito de la sesión que, principalmente estará
basada en una acertada elección del momento y el lugar donde poner nuestro
engaño. Porque en esta época, las insufrible temperaturas nos ofrecerán la
visión, casi apocalíptica, de un entorno en el que se ha extinguido todo ser
viviente, porque no es el verano el mejor momento para pasar horas y horas esperando
que un pez quiera tomar nuestro cebo, pues las condiciones ambientales nos
harán maldecir el verano y sobre todo, la maldita hora en la que decidí
realizar esta sesión. Pero bueno, nunca dijo nadie que pescar fuera solo
disfrutar, en muchas ocasiones hay que sufrir para conseguir el éxito, aunque no está de más poder reducir al máximo los
momentos de penuria.
Mucho cuidado con el sol y las altas
temperaturas, pero eso sí, disfrutad del carp fishing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario