En apenas una semana y
si no sucede alguna catástrofe, cruzamos raudos los dedos, tendrá lugar el
segundo concurso del club en lo que va de año, que mejor excusa estos días
previos que proponer bajo el ánimo de supervisar equipo, probar cebos, realizar
acopio de montajes, nuevas sesiones de pesca. Como llevamos alguna que otra
jornada con su correspondiente cúmulo de kilómetros a las espaldas en las
últimas semanas, decidimos el Capi y un servidor que para esta salida no nos
desplazaríamos muy lejos y tentaríamos a los peces de la zona durante unas
horas, el guerrillero Scooby también tendría a bien apuntarse, éramos sabedores
que las capturas no supondrían la consecución de un nuevo records personal,
pero en muchas ocasiones apetece tener una sesión de disfrute con múltiples
capturas aunque no sean de un tamaño considerable (parece que solo hay que
salir a pescar si vamos en busca de ejemplares de más de 15 kilos), y ésta era
una de ellas.
Elegido el puesto el
día de antes previo pateo de orilla y ojeo de la zona, decidimos que tocaría
madrugar para asegurar el sitio, daba la circunstancia que el lugar no tenía
muy buenos puntos para estar cómodos y buscar parapetarse del poderoso sol que
nos rondaría buena parte del día, la orilla estaba muy limitada debido al
enorme caudal de agua acumulado por las pasadas lluvias, con zonas inundadas y
orillas con gran maleza no había muchas opciones.
Aún no había amanecido
cuando ya estábamos comprobando la temperatura del agua e intentando percibir
signos de actividad en ella. Rápidamente pusimos a trabajar al barco cebador que
a base de viajes cebó la zona previamente sondeada en un periquete, contábamos
con profundidades comprendidas entre los 4 y 8 metros que fuimos probando para
saber en cuál se movía mejor el pez, para el grueso del cebado nos decantamos
por productos que se deshacen rápidamente y que trabajan enseguida que entran
en contacto con el agua, por ello preparamos un cubo con una mezcla de frolic’s
y pellets de diferentes tamaños y aromas para jugar con los tiempos de
disolución, añadimos algo de semilla, boilies troceados y pequeños tacos normales
de vaca y otros de leche.
Terminada la tarea tocaba
montar trípodes y cañas y colocarles los montajes ya preparados instantes antes,
para seguidamente lanzarlos al agua y esperar a que aconteciera alguna picada.
Para el cebo de anzuelo decidimos seguir probando las bolas caseras del amigo
Chato que son una maravilla, unas bolas totalmente naturales y colmadas de
semillas, a nuestra disposición un amplio abanico de posibilidades donde
elegir, entre otros, cangrejo, pescado, piña y cangrejo, banana, mantequilla,
coco, también quisimos probar con la Piña y Ácido Butírico de Carpzone, el Frolic
y el M1 de SBS, según los resultados así obraríamos de una forma u otra.
El día estaba
soleado y despejado pero se levantó un aire fresco que sentado en la silla te
dejaba aterido, pasaban los minutos y a pesar de los continuos saltos los peces
no tomaban nuestros cebos, fue sin echar cuentas y atendiendo otros menesteres
cuando una de las alarmas se arrancó a sonar, la concomitancia de varios infortunios casi provoca
la pérdida de la pieza por incomparecencia, pero finalmente pudimos llegar a la
caña y hacernos con ella, a pesar del tirón inicial se trataba de un ejemplar
de pequeño tamaño. Tuvimos que esperar un buen rato para apuntar la segunda
captura en nuestro casillero, el zumbido del insistente y por momentos molesto viento se
mezcló con el sonido de una alarma, otra carpa de similares características a
la anterior llegó a la moqueta.
Se acercaba la
hora de almorzar y a la llamada del Capi Scooby enseguida se apresuró a llegar
a la mesa para estar muy atento al menú, podía elegir entre unos filetes de
lomo, una tortilla de cebolla o unas tiras de beicon, en cuanto a picadas de
peces seguíamos sin novedades, así que nos tocó picar a nosotros que tampoco
nos disgusta la idea.
Mientras terminábamos el
bocado a nuestras espaldas los saltos se sucedían sin descanso, el embalse
rebosaba vida por todos los costados, el pez estaba a lo que estaba y no
prestaba gran atención a nuestros cebos, estaban demasiado reticentes, aunque
no caíamos en el desánimo y seguíamos intentándolo y recebando para llamar su
atención.
Se aproximaba el
mediodía y a pesar de los múltiples intentos no conseguíamos nuevas capturas,
habíamos probado con diferentes cebos y montajes y nada de nada, decidimos pues
quemar el último cartucho y utilizar un cebo universal y más que aceptado por
el pez de la zona, hablamos del maíz, sacamos las cañas y utilizamos este
efectivo grano, en una de las cañas mantuvimos la bola de cangrejo casera que
había dado las picadas obtenidas hasta el momento, la acompañamos de unos cuantos boilies
troceados con el cutter.
Mientras cambiábamos el
cebo de nuestras cañas con diferentes ristras de maíz de variados aromas,
fresa, vainilla tuti etc, preparamos también unas cuantas bolas de engodo para
esparcir por el cebadero con la intención de crear una respuesta positiva del
pez hacia nuestros cebos y tentarlos a hacerlos venir, para el maíz también
empleamos los polvos 3 en 1 de SBS para potenciar el cebo y dotarlo de mayor
color y un atrayente desprendimiento de partículas olorosas.
Llegados a éste
punto, solo quedaba esperar a que funcionase la jugada y cambiase la situación,
de repente y no habiendo pasado mucho tiempo una de las alarmas nos indicó la
existencia de una nueva picada, el Capi corrido hacia las cañas para clavar el
pez y hacerse con la pieza, la casualidad hizo que la picada se produjese en la
caña que estaba rodeada de obstáculos y mucha maleza, como buenamente pudo hizo
gala de un increíble efugio para salir con éxito del apuro y sortear los
atranques, resuelta la contingencia acercó el pez hasta la sacadera, se trataba
una vez más de una pequeña carpa que dio toda la guerra que pudo y nosotros que
se lo agradecemos, una vez curada de nuevo al agua, sin tiempo para reponer el
cebo de la caña tuvimos otra picada que logre clavar y llevar hasta la orilla,
otra carpa más, en pocos minutos habíamos igualado lo vivido durante la mañana.
Una vez repuestos los
cebos y las cañas nuevamente lanzadas al agua tocaba refrescarse, el sol estaba
atizando de lo lindo y el aire disminuyó considerablemente, fue cuando
aprovechamos para degustar un espléndido Ajoblanco que en días de altas
temperaturas sienta de muerte.
Una vez recuperadas las
fuerzas continuamos atendiendo nuevas picadas, algunas de ellas lograban
zafarse y escapar, otras en cambio conseguíamos hacerlas llegar hasta la
sacadera e ir incrementando nuestro número de capturas, ya sí que podíamos
decir con motivo y razón que el cambio de cebo había sido acertado y estaba
dando sus frutos.
La tarde
empezaba a animarse pues las capturas se sucedían, en ocasiones eran tan consecutivas que en varios momentos
tuvimos varias cañas fuera al mismo tiempo, lo que se nos resistía era la
fotografía con un ejemplar de mayor peso, pero no perdíamos las esperanzas pues
haberlas haylas.
Había mucho movimiento
por la zona, pequeños peces removiéndose por la orilla, pájaros revoloteando
por los alrededores, los mosquitos infatigables en busca de su botín y las
carpas seguían a lo suyo con sus saltos, sin quererlo mientras estaba con la
cámara en la mano inmortalizando el paisaje, caí en el detalle revisando la
fotografía hecha, que había capturado el momento de comienzo de un salto y
asomaba del agua medio cuerpo de una carpa, sin duda una estampa tan curiosa
como fortuita.
La tarde seguía
dándonos capturas tras capturas y el barco proseguía acumulando viajes y
gastando baterías, el maíz se mantenía como cebo triunfador untado en su polvo
que tan buen color estaba aportando al agua en el trascurso de su recorrido
hasta llegar a los puntos grabados donde estaban lanzadas nuestras cañas.
Paulatinamente
el paisaje se tornaba más oscuro, seguíamos sin picadas y con el incómodo aire,
definitivamente habíamos agotado la tarde y muy pronto caería sobre nosotros la
noche por lo que comenzamos a recoger parte del equipo aguantando solamente las
cañas en pro de una de esas picadas de última hora, no tuvimos la fortuna de
que se produjera pero el día se había dado bastante aceptable y habíamos pasado
un buen rato, así que en esta ocasión la moneda se volcó del lado de la cara y
nos fuimos con un muy buen sabor de boca, hace mucho tiempo que no contábamos
con la falta del bullicio de más compañero en una sesión y se hizo extraño por
momentos tanta tranquilidad, sosiego y apaciguamiento, pero se disfrutó al máximo
y hay tiempo para todo. No quería terminar sin mostraros un pequeño vídeo que
grabe, como sabéis estamos en pleno momento de la freza o desove, el
acto de verter los huevos y esperma por
los peces y anfibios en su
ambiente, son instantes de mucho movimiento en el agua y gran cantidad de
saltos, si te sientas y observas durante un instante se puede apreciar el
constante movimiento en el agua, como se frotan en la superficie y sobresalen
los cuerpos de los peces a la par que se producen una enorme cantidad de saltos,
pues en plena jornada de pesca es de lo que pude disfrutar y quería compartirlo
con vosotros en estos pequeños vídeos, saludos y hasta la próxima…..
Si no veis el vídeo con mucha nitidez, podéis verlo algo mejor aquí;
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