miércoles, 5 de diciembre de 2012


ÚLTIMA SESIÓN DEL CLUB


Como todo lo bueno se acaba, ya estamos de vuelta de nuestro último concurso del año, se echaron de menos ha algunos compañeros que no pudieron asistir a la cita, pero pudimos gozar de una entretenida sesión de pesca, sobretodo cercana y agradable como por suerte son para nosotros éstas quedadas, con el fin de compartir orilla con gente extraordinaria a la que no puedes ver tan a menudo como te gustaría, de disfrutar de momentos en los que estás plenamente a gusto y en los cuales no tardan en dispararse un sinfín de anécdotas, chistes, chascarrillos o diversas conversaciones sobre cualquier tema, que sin ninguna duda para la mayoría de nosotros dejan en segundo lugar a la propia pesca.

Pues bien, disponíamos de tres días para intentar engañar a los peces del lugar, teníamos en mente el afanoso reto y la ardua tarea que nos esperaba, había grandes expectativas de lograr capturar algún gran barbo y ese era el objetivo principal, es evidente que no haríamos ningún asco, es más, recibiríamos con los brazos abiertos la picada de cualquier otra especie, pero teníamos muchas ganas de tentar a ésta en particular. 




Una vez situados en el lugar elegido, desde el primer minuto del viernes, nos dispusimos a montar las tiendas y los equipos, a sondear la zona y a cebarla como cada uno consideraba más oportuno, teniendo en cuenta la actividad del pez, que ha disminuido paulatinamente debido  a que las temperaturas han bajado estos días, y era notoria la frialdad que nos envolvía.


Manos a la obra, nos dispusimos a esparcir por los puestos bolas de engodo, pellets, micropellets, algunos boilies y semillas, con la ayuda de los barcos cebadores, cohetes, tirachinas o cualquier herramienta de las que dispusiéramos.



Terminada la tarea del sondeo y del cebado, elegimos los cebos que intuíamos que podían sernos más útiles, acompañados de alguna bolsa o malla de pva, lanzamos las cañas al agua y ya solo era cuestión de esperar a que alguna de nuestras alarmas nos advirtiera de la picada de algún pez.




Ya había caído la noche, las cañas llevaban poco tiempo en el agua, mientras me encontraba en el puesto vecino, el del amigo LuisFer, cuando una de mis alarmas empieza a sonar repetidamente a la par que se escucha como sale hilo y más hilo del carrete, apresuradamente nos dirigimos a las cañas y procedemos a clavar, el pez había sacado mucho hilo, después de una bonita pelea e intuir por la forma de tirar que tras la línea se encontraba un barbo, no quisimos forzar la situación para no perder la pieza, después de unos minutos lográbamos hacer llegar a nuestra sacadera un precioso ejemplar de barbo, pesaba 9’5kg, una auténtica belleza de pez, era la primera captura, ¡¡¡¡y que captura!!!


Con la emoción del momento, desapareció en nosotros cualquier atisbo de cansancio, eran cerca de las dos de la madrugada, pero se hacia manifiesta la presencia de actividad en los cebaderos, eran continuos los saltos de los peces, y el burbujeo en el agua, pensábamos que no tardaríamos en tener una nueva picada, por suerte no estábamos mal encaminados, no tuvo que pasar mucho tiempo hasta que nuevamente el sonar de una alarma interrumpía el silencio de la noche, al igual que minutos antes nos había ocurrido, el pez saco mucha línea de la caña, tal vez un nuevo barbo era quien había picado, después de unos minutos pudimos comprobar que en efecto así era, habíamos logrado engañar a un hermoso barbo de 7kg.


Estábamos gratamente sorprendidos, ni en el mejor de los casos imaginábamos que en tan poco tiempo los peces darían la cara, y menos aún que serían peces de tan buen tamaño, pero la cosa no iba a quedarse así, después de lanzar al agua la caña con la que se había producido la picada, no habían pasado 25 minutos en el reloj, cuando esa misma caña volvía a tener una picada, también extrajo una cantidad de hilo considerable, la captura parecía mayor que las conseguidas hasta el momento y los continuos cabeceos en la lucha apuntaban a que se trataba nuevamente de otro barbo, pero justo cuando quedaban pocos metros entre el pez y la sacadera, pudimos comprobar que en esta ocasión se trataba de una carpa, una sana y batalladora amiga que dio un peso de 6’5kg en la báscula.




Ya era evidente que la cosa se estaba dando a pedir de boca, con la curiosidad de que de 3 trípodes que teníamos montados, con 9 cañas en total, todas las capturas se habían sacado en un mismo trípode y con una misma caña, hasta que al poco tiempo, y esta vez en el trípode del amigo LuisFer, daba la cara una carpa de 5kg de peso, algo que nos dio una gran alegría pues ya todos habíamos logrado sacar algún pez. A pesar de tener una adecuada ropa de abrigo, el frio hacía mella en los huesos y decidimos recostarnos un rato y descansar unas horas, y no fue más que eso, pues sobre las 5 y media de la mañana, el compañero LuisFer salía cual rayo de la tienda al percatarse de una nueva picada en una de sus cañas, trascurridos unos minutos de lucha lograba incorporar en la sacadera un barbo de 6’3 kg, y justo dos horas después y en la misma caña tenía una nueva picada, en esta ocasión una carpa de 5kg, el cebadero estaba funcionando y ya teníamos varias capturas en ambos puestos.

Amanecía el viernes y nos disponíamos a terminar de montar diversas cosas que aún nos faltaban, mientras, poco a poco se iban llenando los puestos vacíos con la llegada de compañeros que no habían podido venir antes, en ese transcurso de tiempo teníamos dos nuevas picadas, sendas carpas con pesos de 8’5kg y 6’5kg respectivamente, no habían transcurrido ni 24 horas y ya teníamos ocho capturas en nuestro haber.




El tiempo cambió y comenzó a llover, la pesca redujo considerablemente su actividad y pasábamos las horas protegiéndonos de la lluvia y charlando. Una vez que cayó sobre nosotros la noche, la temperatura había descendido considerablemente, y había que combatir el frío como buenamente se podía, nuestras amigas las estufas eran sin duda un gran apoyo.

En una de esas charlas, llegaron a nuestro puesto para hacernos una visita nuestros vecinos de concurso, Vicente y Manolo, y en un momento dado un pitido estruendoso nos sobresaltó y todos buscábamos apresuradamente nuestras centralitas para saber quien era el agraciado con una muy buena picada, tras unos segundos de incertidumbre, resultó que el afortunado era nuestro despistado compañero Vicente, que no se había percatado que era una de sus alarmas la que estaba sonando, rápidamente fue hacia sus cañas y el resultado fue la captura de un bello barbo de 7Kg, que inmortalizaron a la mañana siguiente, era la primera captura que tenían y les dio una inmensa alegría.


Con esa picada no volvimos a tener más sobresaltos hasta el amanecer del sábado, donde después de varios toques, había una picada en el puesto de los compañeros David y Javier, con una carpa que se escapó justo antes de llegar a la sacadera y otra que lograron sacar de unos 4kg.

Ya estábamos a sábado y las picadas habían bajado con respecto al día anterior, así que nos dispusimos a cambiar cebos, montajes y lugares para la postura del anzuelo, decidimos buscar más profundidad.



Una vez hecho el trabajo sucio ya solo faltaba disfrutar del día esperando una nueva picada, aprovechando para intercambiar impresiones con los compañeros, y disfrutar de un café calentito a la vera de la estufa, mientras hacíamos hora para la suculenta cena que nos esperaba, de la mano de nuestro querido amigo José Miguel (Chato), que tuvo el increíble detalle de llevarnos a la sesión unas deliciosas gambas, navajas, gambones, cigalas y demás mariscos y crustáceos, que devoramos sin ninguna piedad.






Y entre gamba y gamba una de mis alarmas empieza a sonar repetidamente, tras descartar que no se trataba de la gracieta de algún compañero, de las ya muchas sufridas hasta el momento, vamos corriendo a clavar el pez, en esta ocasión se trataba de una carpa de unos 4-5kg que una vez desanzuelada y curada devolvemos al agua rápidamente sin ni siquiera pesar ni inmortalizar en fotografía debido al frío que teníamos en ese momento y que la captura no era excesivamente grande.





Justo en el momento de soltar el pez, la caña de al lado comienza a sonar, gracias a la ayuda inestimable del compañero chato que estaba en ese momento a mi lado, gustosamente se hizo cargo de la caña y logró llevar a la sacadera un barbo muy majo de 6kg.


A lo largo de la noche ya no se obtendrían más picadas, salvo en el puesto 9, donde Julián disfrutó de la pelea de 3 capturas, tres carpas con pesos entre 5-7’5kg y otra carpa más en mi puesto ya prácticamente saliendo el sol, de 5’5kg de peso.



Amanecía pues el domingo, faltaban pocas horas para finalizar la sesión, mientras íbamos recogiendo las tiendas, camas, sacos y demás cosas que no necesitábamos, para dejar solamente las cañas y aprovechar hasta el último momento, esperando esa picada sobre la bocina, pudimos comprobar el frío de las noches, y el efecto que tenía sobre las cosas a la mañana siguiente, encontrándonos todo congelado, como la cena que sobró en la noche y se encontró por la mañana nuestro amigo Jose Luis. Cuando ya teníamos todo casi recogido las cañas del compañero David daban pequeños toques, después de intentar clavar, una captura se escapó y otra logro sacarla fuera del agua, por la posición del cuerpo pensábamos que se trataba de un monstruo pero resulto ser algo más pequeño y menudo, un carpín, que no siendo la captura deseada por lo menos hizo que nuestro amigo no se fuera con las manos vacías.

Y así, llegados a ese punto, dábamos por concluida nuestra sesión de pesca, no sin antes deleitarnos con un bocado exquisito para nosotros, unas deliciosas gachas, que a bien tuvo prepararnos nuestro cocinillas particular, y es que dejando a un lado los variados guisos con los que nos sorprende en cada jornada de pesca, una sesión sin las gachas de Carmelete no son lo mismo, es para nosotros casi un pecado no degustarlas cada vez que nos reunimos. Después de zamparnos una buena sartén y coger algo de fuerza nos dispusimos a retomar el camino de regreso a casa, despidiéndonos de los amigos a los cuales ya tenemos ganas de ver nuevamente y deseándoles un feliz regreso, la jornada de pesca fue satisfactoria, logramos sacar más de 20 peces, desgraciadamente varios compañeros no consiguieron sacar ninguna pieza, pero ya estamos acostumbrados a estos reveses de la pesca, y sabemos que la suerte va por barrios, y un día le toca a uno y otro día a otro.

Y así damos por finiquitado este último concurso del año, ahora toca recargar pilas pues ya mismo tenemos encima el comienzo del nuevo año y con ello nuevas sesiones de pesca, hasta la próxima…

3 comentarios:

  1. joer carmelete, que bien te explicas!! bonito reportaje y encima hasta con peces, jejeje. se ve que a pesar del frio, no lo pasasteis muy mal, hasta mariscada y to... a ver si llega ya el proximo

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    1. jejejeje gracias carlos, para una vez que pescamos habrá que currarselo minimamente en la explicación, hasta lo poco que sabemos hacerlo. Te perdistes una buena, pero habrá otras muchas sin duda, un saludazo figura y hasta pronto......

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  2. ¡¡¡Qué bien lo pasáis. Así da gusto!!!
    Un saludo

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