Una vez que tuvimos
claro el lugar que intentaríamos pescar comenzamos a cebarlo, para esta ocasión
nos decantamos por una mezcla de micropellets, elementos que en contacto con el
agua enseguida desprenden aroma y partículas siendo muy efectivos, al
expandirse por el agua y separarse por movimientos de la misma o por acción de
los peces, resulta que podemos tener la zona bien cebada y no tener un cebo acumulativo
que forme una gran montaña que pueda
asustar a nuestras amigas o saciarlas rápidamente y que desaparezcan de nuestra
zona, cuanto más tiempo estén rebuscando el alimento mayores serán nuestras
posibilidades de que se tope con nuestro montaje y se produzca la picada, por
ello las partículas pequeñas o elementos que se deshacen nos dan mucho juego
cuando buscamos este fin.
Siguiendo la misma
línea que explicábamos anteriormente, otro cebo que nos gusta usar son las
galletas de perro potenciadas con algún aroma, remojo, aceite, etc, para
dotarlas de mayor poder de atracción, se deshacen en no mucho tiempo y el
precio de cada kilo resulta interesante, también empleamos maíz, cebo universal
aceptado y querido por los peces.
Finalmente para terminar
con nuestro cebado utilizaríamos unos tacos, también se deshacen y desprenden
muchas partículas en el proceso, al utilizarlos de varios tamaños jugamos con
los tiempos de disolución y tenemos siempre nuestro cebadero en un punto
álgido, mientras algunos se han deshecho totalmente otros comienzan a hacerlo,
desde el minuto uno están trabajando perfectamente, una vez más todo el cebo
pudimos llevarlo hasta los puntos elegidos gracias a la estimable ayuda de
nuestro barco cebador, herramienta útil que nos facilita la tarea de cebado y
elección del puesto al sondear la zona.
Con los deberes hechos
solo tocaba esperar a tener suerte y conseguir un buen número de picadas y como
inmediata consecuencia de posibles capturas, en esta ocasión lo que nos rondaba
con más fuerzas y ganas en la cabeza era la sana monomaniaca idea de hacernos
con algunos de los barbos gitanos del lugar, en el resto de visitas al pantano
no habíamos sido capaces de engañar a ninguno de estos astutos animales,
suponía un reto interesante invertir esta nefasta racha y estábamos allí para
intentar lograrlo, empezamos pronto con una picada y con la esperanza de que
fuera el primer barbo, tras unos instantes el amigo chato lo que llevó hasta la
moqueta fue una carpa sana y muy guerrera, tocaba seguir esperando. Unos
minutos más tarde volvíamos a tener una picada en una de mis cañas, el animal
tiraba muy poco y por momentos parecía que se enganchaba, después de un rato
recorriendo la orilla y abriendo ángulo el pez se liberó y llegó hasta la
orilla, se confirmaban las primeras sensaciones y el pez era pequeño, pero eso
quedaba en un segundo plano, por fin lo habíamos conseguido, el primer barbo de
la sesión dio la cara y la alegría era notoria, un chato’baits de mantequilla
impregnado en su propio remojo había sido el culpable, una cura rápida que el
sol apretaba, una fotografía y corriendo al agua, ya estábamos esperando que
quisiera picar su padre.
No corría ni una brizna
de aire y la sensación era de bochorno absoluto, ya despojados de casi toda la
ropa eran continuos los paseos hacía la orilla para adentrarnos en el agua y
paliar tal sensación térmica, había que refrescarse y también hidratarse
constantemente, en uno de esos instantes y tras varias capturas de pequeños
ejemplares de carpas, el Chato que había subido al coche a ponerse el bañador
en pro de darse un aliviador baño, tuvo que bajar como alma que lleva el diablo
cuando una de sus alarmas se arrancó repentinamente y marco una picada
buenísima, nada más clavar el pez al igual que me ocurrió a mí la caña se
atrancó, después de muchos intentos por intentar desatrancarla decidió sacar
hilo y dejarla un tiempo por si el pez se podía soltar solo, no teníamos muchas
esperanzas pero sin separarnos de la caña pasados unos 3 o 4 minutos comenzamos
a oír como el hilo sacaba hilo muy lentamente hasta que pasados unos segundos
lo hizo más rápido y fue cuando Chato aprovecho para clavar de nuevo y
afortunadamente el pez se había liberado y tras unos momentos de batalla el
animal llegaba hasta la orilla, aún la alegría sería mayor cuando a pocos
metros de llegar hasta la sacadera descubríamos que se trataba de un nuevo
ejemplar de barbo y el primero de nuestro amigo engañado con un boilie de
Probiotic, empezaba a compensar las penurias que estábamos soportando.
Llegados a este punto
las picadas se sucedían, ya llevábamos varias capturas de entre 3-5kg de peso, era
todo un cuadro tener varias picadas casi consecutivas y estar en la orilla un
buen rato mientras el solazo nos atizaba sin compasión, en una de esas el Chato
se decidió a fotografiarse con una de sus capturas y no soltarla al agua sin
más, como estaba haciendo hasta el momento para poder salir disparado en busca
de la ansiada sombra y arrimado a la vera del querido bolso nevera y los refrescantes
víveres que albergaba en su interior, una captura más en su casillero
particular que ofreció una bonita lucha y que fue engañada con un chato’baits
de coco, una bola mayúscula en inmensidad de lugares y en particular allí, poco
después el Capi se sumaba a la fiesta, y no con una captura cualquiera, se
trataba de otro barbo, un hermoso ejemplar que dio una espectacular carrera y
una digna lucha con la que disfruto enormemente el Capi, se había zampado sin
dudarlo unos pellets cortesía del amigo Chato que los estábamos probando por
primera vez en este escenario.
Poco después el Capi
tenía una picada descomunal que casi le parte la caña, saco por lo menos 300
metros de hilo, después de varias horas de pelea logro traer el descomunal
tiburón hasta la orilla y fotografiarse con él, será un reto para los
pescadores que frecuenten el lugar lograr hacerse con alguna pieza similar,
antes de hacer un alto en el camino para tomar un bocado y en pleno remojón
para refrescar el cuerpo el Chato tenía una nueva picada al chato’baits de
coco, raudo se lanzó a frenar una de sus cañas que no dejaba de sacar hilo el
pez plantó batalla e intentó una frenética huida que rápidamente fue frenada
por el buen hacer de nuestro compañero que finalmente logró salabrar una pieza
magnifica con la que se fotografió instantes después para inmortalizar el
momento, el bañador de la suerte estaba dando resultado y el Chato contaba ya
en su haber con numerosísimas capturas aunque seguíamos esperando la del gran
barbo.