Después de un periodo de no poder salir tanto a pescar como
uno desearía, en las últimas semanas el amigo Chato ha aprovechado el tiempo y
ha realizado diferentes salidas por distintos y variados lugares de la geografía española. En esta ocasión os traemos dos sesiones que se marcó
con el compañero Javier durante dos días consecutivos pero sin hacer noche en
el lugar. Disfrutando de la naturaleza y explorando la zona en busca de los
peces que habitan sus aguas y del sitio más conveniente para montar el equipo,
nuestros amigos se cargaron sus mochilas y demás trastos a la espalda y se
dispusieron a llevar a cabo tal fin. Después de decidirse por el lugar que les resultó más
atractivo, montaron las cañas y cebaron la zona ligeramente, no querían asustar
al pez ni alborotar demasiado el lugar con ruido así que se decantaron por
esparcir algo de grano en pequeña cantidad y un puñado de bolas lanzadas con el
cobra.
En cuanto al cebo de anzuelo apostarían entre otros por los
chato’baits, que en los últimos tiempos nos están dando un resultado increíble
y que aparte de usar buenísimas bolas comerciales, siempre los tenemos
presentes como una buena opción que finalmente remataríamos con nuestras
apreciadas e indispensables mallas de pva, como no nos cansamos de repetir, si
queréis comprobar en persona la calidad y eficacia de las bolas no tenéis más
que poneros en contacto con el Chato que os atenderá gustosamente como ya han
hecho otros compañeros.
Una vez estaba resuelto el aspecto del cebado, tocaba rematar
las cañas y terminar de montar los bajos, con pasos sigilosos para no delatar
su presencia y posición fueron dejando el equipo a punto, mientras tanto se
deleitaban con el bello paisaje y los movimientos en el agua, parecía que los
peces se estaban arrimando a las zonas cebadas y con algo de suerte se podría
sacar algún pez al finalizar la jornada.
Pues las sensaciones se tornarían en realidad minutos más
tarde, cuando una de las alarmas comenzó a sonar con vehemencia y se escuchaba
desde lejos como el carrete no cesaba de sacar hilo y más hilo, se trataba de
un picadón en toda regla, el afortunado fue Javier que raudo se aproximó a la
caña agraciada y realizó la clavada, algo había tras la línea y ahora tocaba
manejarse con cuidado y pelear con tranquilidad la pieza sorteando diversos
obstáculos presentes en la orilla, tras unos minutos de lucha e incertidumbre,
por momentos el pez no parecía cansarse y entregar la piel, al final el animal
sucumbió al cansancio y acabó entregado a la sacadera que portaba el Chato, de
este modo se cobraron la primera captura de la sesión, habían apartado de un
plumazo al desalentador BOLO y conseguían fotografiarse con un precioso
ejemplar, luchador y muy sano que había supuesto las delicias de nuestros
amigos, con la adrenalina al máximo tocaba reponer cebo, volver a lanzar la
caña y esperar que esta fuera la primera de una larga lista de picadas.
Javier irradiaba entusiasmo y una esplendorosa risa floja por el buen pez que había
llevado a la moqueta, casi la misma que tenía el Chato al alegrarse por su
amigo y por comprobar que sus bolas caseras siguen dando la talla allá por
donde van, de momento una maravillosa carpa había caído en las redes del Orell
Five, una extraordinaria bola de piña y cangrejo. La cosa estaba parada y ya
habían pasado unas horas de la primera y única picada, fue cuando se entraba en
el desánimo cuando se arrancó una de las alarmas, de nuevo era Javi a quien le
sonreía la suerte y se disponía a luchar con una nueva captura, tiraba mucho y
constantemente tenía que jugar con el freno del carrete controlándolo en todo
momento, con más paciencia que el santo Job dejó
trabajar su caña y no forzó la situación, tras unos minutos de intensa lucha
era un hecho que nuestros amigos se apuntarían la segunda captura de la sesión,
una carpa con un peso ligeramente superior a su antecesora había sido engañada
con una chufa natural y como tope un maíz flotante.
Después
de la pertinente fotografía para el recuerdo, tocaba volver a lanzar la caña y
esperar que sonara la flauta una vez más, si para que se produjese la segunda
captura hubo que esperar unas horas, para la tercera de la tarde no hizo falta
tanto tiempo, ahora le tocaba al Chato un mano a mano con el pez y notar su
bravía empuñando una de sus Sierra Brava tan bien acompañada por un carrete
Shimano Big Baitrunner XT-A, la pieza no tiraba tanto como las anteriores y al
conseguir llevarla hasta la moqueta se comprobó que era de menor tamaño, no
obstante dan una lucha increíble y se pasa un rato muy entretenido hasta que se
consiguen acercar hasta la orilla y no todas las veces es posible, lo
importante es que el Chato se estrenaba y volvía a ver como otra de sus bolas
era la culpable de que no se fuera bolo para su casa, esta vez fue una fabulosa
bola de mantequilla la que llamo la atención del pez.
Ya
se había pasado la mañana en un voleo, tocaba afrontar la tarde y esperar a que
se dieran nuevas picadas, aprovechando que se tenía que volver a lanzar la caña
al agua tras la picada, decidieron probar cebos nuevos y variar los puntos
donde estaban situados los montajes, también volvieron a recebar sutilmente con
algunas bolas lanzadas con el cobra y el tirachinas, después de eso tocaba
recobrar fuerzas tomando un bocado y refrescando el gaznate, ya estaba todo a
punto para dar la bienvenida a una posible nueva picada.
La
tarde comenzaba con buen pie cuando al no haberse llegado a la hora de tener
las cañas lanzadas, una de las alarmas ponía sobre aviso a nuestros amigos ante
una picada, Javier fue el encargado de intentar cobrar la pieza, una vez más y
para no variar, el pez que se encontraba tras la línea luchaba con fuerza para
intentar escabullirse y liberarse, el buen hacer de nuestro compañero permitió
que la captura llegase en perfectas condiciones a la orilla y pudieran sumar
una más en el casillero, se trataba de otro hermoso ejemplar de carpa enérgico
y peleón que enseguida se devolvió al agua tras la obligada cura y un par de
fotografías, para las que posó con toda su belleza tras haber sucumbido de nuevo a un chato’baits, en esta ocasión de banana, el cual denominamos Sierra Ball por haber sido un boilie con el que hemos conseguido innumerables capturas en el mítico embalse Extremeño de Sierra Brava, donde no podemos ir sin el.
Pasaron
unas horas sin noticias de los peces del lugar, la actividad decayó
sensiblemente no se percibían por los alrededores ni saltos ni movimiento en el
agua, fue cuando estaban a punto de recoger y dar por finalizada la sesión
cuando fueron agraciados por una de esas picadas de última hora que te deja tan
buen sabor de boca y te hace recoger el equipo satisfecho y pletórico. El Chato
se lanzó a por la caña como alma que lleva el diablo, la pieza había sacado
mucho hilo y tuvo que trabajar con paciencia pero sin recrearse, finalmente
nada salió mal y el compañero pudo llevar hasta la sacadera su captura, otra
luchadora y formidable carpa con la que se fotografió encantado, el Orell Five
volvía a funcionar y repetía picada, con ello se dio por concluida la sesión,
al día siguiente volverían a intentarlo y tocaba descansar y reponer fuerzas,
si queréis saber que tal escaparon al día siguiente no tenéis más que estar
atentos al Blog, en unos días desvelamos lo sucedido……………..
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