miércoles, 5 de junio de 2013

La carpa superviviente. (Fuerza Natural)

Hay momentos en los que la primera impresión es desalentadora, tal y como me ocurrió en una de mis sesiones de pesca…
Una enorme sensación de emoción recorría mi cuerpo mientras trataba de doblegar el pez que momentos antes había hecho bramar una de las alarmas avisando estrepitosamente de la toma del engaño por parte de una de las carpas que estaba intentaba pescar.Tras unos minutos en los que el pez mostró todo su poder al otro lado del sedal, conseguí doblegarlo y arrastrarlo rendido y manso hasta la sacadera en la cual pude admirar la alargada figura del ejemplar. Eufórico me sentía al ver el pez reposando en la moqueta hasta que… de repente, al observar más detenidamente la pieza que acababa de pescar, todas las buenas sensaciones; felicidad, entusiasmo, emoción, alegría… todo el júbilo del momento se transformó en rabia, desazón y pesar al contemplar el maltrecho estado físico en el que se encontraba, ya que presentaba diferentes lesiones a lo largo de todo el cuerpo y en sus aletas.
Apesadumbrado quise analizar más detenidamente el cuerpo del animal, y me sobrecogió la visión de una gran cicatriz que recorría el espacio entre  la comisura de la parte izquierda de la boca, hacia la parte inferior de la agalla de la carpa, una imagen desagradable para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad hacia los seres vivos.

No alcanzaba a comprender cómo se podía haber producido semejante daño, porque distaba mucho de las heridas que algunos peces presentan producidas al desgarrarles el anzuelo la boca mientras luchan por su supervivencia, pero esta herida no, no era una cicatriz usual, se trataba de una cicatrización que además había producido una desalineación en la boca del pez, presentando una más que evidente deformidad. Seguí examinando el pez hasta que… horrorizado encontré el motivo de tal daño; una cuerda formada por varios hilos trenzados creaba un lazo que circundaba desde la agalla hasta la parte final de la cicatriz en la boca de la carpa, ¡esta es la causa de todo el daño que presenta la carpa!.
Sin miedo a equivocarme puedo afirmar que el lazo alrededor de la agalla y la boca del pez es, el legado de un cautiverio que, en algún momento de su vida sufrió a manos de algún inconsciente e irracional personaje sin humanidad. Pero afortunadamente la carpa pudo zafarse de sus ataduras y huir de  lo que posiblemente hubiera sido el drástico final de su vida. Pero ganarse la libertad no le salió barato precisamente, ya que desde el momento en que se escabulló de las mortales ligaduras, ha tenido que pagar un alto tributo que le ha impedido desarrollarse con normalidad.

No puedo imaginar el sufrimiento de este animal durante su vida después del desdichado encuentro con aquél pescador, porque solo pensar que ha ido creciendo con un lazo que le ha estado produciendo tal tensión, que ha deformado su estructura ósea y ha ido abriéndose camino por ella a medida que el pez iba creciendo, me resulta desgarrador. ¿Cuánto habrá sufrido este magnífico animal?, imposible saberlo, pero su desventura y días de sufrimiento han llegado a su fin, aunque siempre le quedará para el recuerdo la marca del desdichado encuentro con un irrespetuoso, despiadado e inmoral pescador.


Mi gran satisfacción.
Con la captura de este pez he sido doblemente recompensado, una vez por haberme sobresaltado con su alocada huida y posterior lucha antes de ceder y entregarse, y otra mucho más gratificante como es, haber tenido la ventura, el honor y el placer de poder liberar esta carpa de esa maldita y dolorosa tortura que posiblemente ha estado sufriendo durante años, y por la cual no ha podido desarrollarse normalmente, siendo este momento el punto de partida de una nueva vida sin sufrimientos en la que nada merme sus posibilidades de evolucionar con normalidad.
Como pescador, espero volver a encontrarme en un futuro con (Jocker) que es el nombre con el que cariñosamente la he bautizado, y si el azar quiere que ese encuentro se produzca, en ese hipotético día, le agradeceré la gran lección natural que me ha enseñado esta estoica luchadora, y que es algo que debemos tener muy en cuenta; “el deseo de vivir en libertad es el motor y la mayor fuerza de  la que disponemos los seres vivos”, por lo que todas las adversidades son superables.

Muchas gracias Jocker.

3 comentarios:

  1. Fantástica historia y fantástico ejemplar. Un abrazo, amigo!!!!

    Floren

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  2. Muchas gracias Floro, te agradezco muchísimo el comentario.

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  3. Una buena historia. con un mejor final

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